“Sí que tengo seguro de vida, me lo hizo el banco cuando firmé la hipoteca”. ¿Cuánta gente en este país se siente identificada con este comentario respecto a los seguros de vida?

El modus operandi de una entidad bancaria a la hora de formalizar una hipoteca es el de intentar vincular la mayor cantidad de seguros posibles a ésta. Desde el punto de vista del negocio bancario es perfectamente lógico, porqué cuantos más seguros más dinero, pero desde un punto de vista más ético la cosa cambia mucho.

Mucha gente nos pregunta, “¿es legal que me obliguen a tener el seguro con ellos?” Pues no, legal no es, por lo tanto, no te pueden obligar. Te pueden obligar el primer año como requisito para que te den el dinero, pero una vez te han dado la hipoteca estás en todo tu derecho de no renovar este seguro, incluso en algunos casos hasta de cancelarlo. ¿Y qué hacen los bancos para asegurarse de que ese seguro se renueve? Pues hay dos procedimientos bastante extendidos para collar a la gente. Uno de ellos es ofrecer bonificación en el variable de la hipoteca para que al cliente no le salga a cuenta tener el seguro con otra compañía, y el segundo, que consideramos una barbarie, es el de obligar al cliente a contratar un seguro de vida por un periodo fijo de varios años (que en algunos casos puede llegar a toda la vida de la hipoteca), teniendo que abonar el importe total al firmar la hipoteca, por lo que esa cantidad se suma al importe de la hipoteca y acabas pagando intereses por un seguro de vida que te cuesta 10.000 euros.

Además, hay que tener en cuenta, también, que en la mayoría de casos el seguro de vida se hace por el total de la hipoteca solicitada, y el beneficiario del seguro es el banco, por lo que en caso de fallecimiento quien se queda ese dinero es el banco, aunque se haya amortizado ya parte de la hipoteca y la cantidad debida sea considerablemente menor.

Por todo ello, se recomienda desvincular los seguros de vida de las entidades bancarias lo antes posible, y en caso de no poder, o no querer, es importante asegurarse de que cada año se corrija a la baja el importe debido de la hipoteca, y que para cubrir las necesidades familiares se contrate un seguro a parte cuyos beneficiarios sean nuestros familiares o las personas a quien queramos proteger en caso de que nos sucediera algo, y no el banco.

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